Harvey

Gracias a Sheila por animarme a escribir más en este blog.

Ahora mismo he completado la edición de De mente a mente, y la publicación de Charlotte Mason de manera fácil. Me gustaría poder emprender otros proyectos de traducción de Charlotte Mason, pero de momento no creo que me sea posible. También he recibido un par de propuestas de colaborar con la escritura de libros sobre homeschooling, y me dio mucha pena declinar la oportunidad, pero tuve que hacerlo. Mis hijas pronto cumplen 13 y 11 años, y este año pasado ha sido muy duro. Empezamos con inundaciones menores el mes de Marzo del 2016, conocidas como Tax Flooding, y seguimos en Agosto, Septiembre y Octubre, con mi hija mayor enferma de meningitis viral, con tres visitas de varios días al hospital, dos visitas a urgencias, y pérdida completa, -menos mal que temporal-, de la vista del ojo izquierdo con los subsiguientes esteroides que la dieron muchos efectos secundarios a la pobre. Ya superada la enfermedad, nos quedaron las facturas de miles de dólares. Así es la medicina en mi país, los que tenemos seguro médico tenemos que pagar deducibles de miles de dólares. Pero en fin, ya está superado.

Y ahí la llevábamos, contentos de comprar los pasajes para nuestro viaje en Noviembre a Malta y Madrid, viaje que desde el 2000 que nos casamos hemos hecho cada tres años, cuando nos llegó Harvey. Aquella semana fue algo surreal. Bastante estresante, la verdad. El agua no paraba de caer, subía a cada rato. Pero lo peor fue el día siguente. Toda esa agua retenida en las presas, pantanos, arroyos y todo lugar imaginable, y los ingenieros anunciando evacuaciones en zonas junto a las reservas porque las iban a drenar controladamente, evitando que se rompieran como ocurrió en Nueva Orleans con Katrina, que tras la tormenta, las presas cedieron, (ya que no se les había dado mantenimiento por años, debido a la corrupción que hace que el diniero no llegue al destino para el que se recaudó en concepto de impuestos).

Nadie supo cuánto ni dónde dejaron escapar el agua. Obviamente, los vecindarios cercanos de mi zona, se inundaron muchos metros. Otras zonas, como mi vecindario, sostuvieron daños antes de que soltaran el agua, ya que toda la que venía no podía escaparse más que adentro de las casas. Y la zona entre el centro (inundado desde el día primero, ya que siempre se inunda, es un agujero) y mi zona más alta, que se había inundado ya, volvió a recibir más agua de la zona siguiente ya que el agua se tiene que escapar y esa es la trayectoria que toma, además del agua de las presas que si no las drenaban un poco, corríamos el riesgo de desaparecer bajo las aguas torrenciales de una ruptura mas el desbordamiento de aún más ríos que estaban ya a tope o algo rebosados.

En fin, que tantísima agua como cayó, no hay ciudad que la resista. Y creo que somos afortunados en Houston, porque el agua caía a caudales pero torrencial, como tormenta tropical, no como tormenta de huracán, con vientos y daños a tejados o tendido eléctrico. Así es como cayó el huracán en Rockport. No obstante, las aguas torrenciales, al abandonar Houston, se fueron hacia la localidad de Beaumont, que es más campo, y con casas portátiles y causó más destrozo. Allí encararon el quedarse sin luz y sin agua potable.

No tengo ni idea de lo que otros saben o no sobre tormentas, huracanes, o inundaciones. Lo que sé es que cuando cayó la tormenta de Katrina, yo no sabía nada de nada, y el día del huracán, todo parecía estar bien. Creo que quienquiera que asesoró al presidente Bush, hizo un pésimo trabajo. No sé por qué, pero no teníamos ni idea de la situación desastrosa de las presas de Nueva Orleáns. Al día siguiente fue un horror. La ciudad perdió la corriente, hubo asaltos, robos, violaciones, inundaciones, y gente tratando de evacuar o de ser rescatada. Familias abordando distintos autobuses, un caos completo. Al poco tiempo, nos anuncian que iba a pegarnos Rita, y en Houston todos nos dijimos que no íbamos a cometer el error de Nueva Orleáns, y quedarnos en casa con la amenaza de una tormenta tan horrible o más que Katrina. Así que nos fuimos en bandada a otros lugares.

Dejamos las casas preparadas como pudimos, y nos lanzamos a la carretera. Muchos regresaron, ya que estaban las carreteras colapsadas por el tráfico, y eran 40 grados a la sombra lo que hacía de calor, las gasolineras en cada tramo estaban llenas, no había gasoliina, las colas para comprar algo de comer eran enormes, pero más o menos fuimos llegando donde nos propusimos. En nuestro caso, fueron 9 horas y pico para un viaje que hacemos normalmente en 2 horas y media. Tuvimos que abandonar al gato, quien se presentó en casa esquelético quince días más tarde.

Rita no fue nada. Algunos jefes y negocios les descontaron esos días a los trabajadores que evacuaron. Algunos de los que se quedaron, pusieron fotos sarcásticas en FB, con una silla tirada en el patio, con el título de «los desastres causados por Rita».

Y luego llegó Ike. Antes de todo esto, en Julio del 2001, Houston tuvo Alison, casualmente, ese Julio Steve y yo estábamos en Europa. Nos casamos en Noviembre del 2000, y en Julio fuimos a conocer a nuestros respectivos padres. Al volver, como vivíamos en un apartamento de alquiler, no notamos nada. Sé que una amiga me comentó como a otra maestra conocida se le inundó la casa. Como ella también estaba de vacaciones, y no pudo preparar su casa, perdió televisión y otros electrodomésticos.

Pues Alison ocurrió en el 2001, Katrina en Agosto del 2005, Rita en Septiembre del 2005, y Ike en Septiembre del 2008. Con Ike, como teníamos todos la memoria de Rita, decidimos quedarnos. El día en que iba a pegar, por la tarde, recuerdo que fuimos alrededor del barrio, cerca, con el coche, y vimos lo nunca visto, gasolineras y supermercados con los parquins vacíos. Es decir huracán o tormenta, y las tiendas se quedan sin agua ni pan, las gasolineras sin gasolina, y todos nos metemos en casa (si es que hemos decidido quedarnos) como hormigas a su hormiguero.

Por la noche, (era antes de la fiebre de FB), todos vivimos unas horas de intensa oscuridad, y de un ruido escalofriante. Pensábamos que el tejado se nos iba a volar de un momento a otro. Las tejas de los techos caían como piedras. Al día siguiente, medio Houston amaneció con goma cáustica de las tejas por todos los patios y carreteras, verjas y rejas caídas, sin electricidad (muchas zonas tardaron cerca de un mes o más en recuperarla), y muchos árboles caídos también. Las tejas dejaron huecos en los tejados, y muchas personas sufrieron goteras que destrozaron los techos y suelos. Tras Ike, nosotros primero parcheamos el tejado, luego terminamos por cambiarlo todo, que falta le hacía.

Entre Ike y Harvey, quitando ese problema con el agua en Marzo del 2016, y un verano de incendios considerables en el 2011, no sufrimos ningún desastre natural. En 20 años en Houston, nunca vivimos nada como Harvey. Creo que hay quien dice que por qué no nos fuimos. Si uno estaba de vacaciones, pues definitivamente, al enterarse de que Harvey venía a Houston, hizo bien en prolongar su estancia fuera de la ciudad. ¿Por qué nos quedamos? Pues porque el huracán categoría 5 no venía a Houston, sino el coletazo que supone la tormenta tropical una vez que aterriza y pierde fuerza. Es porque se asienta sobre la zona, y la falta de temperaturas bajas o viento, impiden que se mueva. La marea sigue inflándolo de agua, y no hace más que descargar y descargar agua como esponja exprimida y que continúa llenándose un poco.

Quitando la primiera noche del viernes, en la que tuvimos algunas amenazas de tornado, nunca perdimos la electricidad, ni sufrimos vendavales ni nada parecido. Los tornados además suelen caer en explanadas. Los que cayeron cerca de nosotros, produjeron daños físicos, pero no pérdidas de vidas ni lesiones. Esto fue el viernes, después de destrozar la localidad de Rockdale, que era donde aterrizó el ojo del huracán.

El sábado por la mañana pudimos salir cuando paró un poco. Ya en la tarde comenzó de nuevo a llover sin parar. Para entonces, comenzó nuestra pesadilla. El problema que afrontamos no era peligro vital (el peligro desde el viernes era abandonar nuestros barrios y topar con carreteras o zonas inundadas y perecer en ellas). Las vidas que se perdieron en esos días fueron de personas en vehículos. El agua caía, y llenaba nuestras calles, pantanos, ríos, lagos, reservas, presas, y todo lo habido y por haber. Aquí está el dilema de mi ciudad. Houston y su plan de salida del agua. Cada zona tiene una zona inmediatamente más alta, y las aguas que captura la zona inmediata, están destinadas a evitar que la zona bajo ella se inunde. Cuando se construye mucho pero no se planifican nuevas capturas en las zonas más altas, cada lugar que se llena de agua, al día siguente, cuando las aguas van encontrando su cauce, está destinado a llenar la zona bajo él. De modo que el viernes, sábado y domingo, recibimos y aguantamos el agua, el lunes, martes y miércoles, el agua debía salir de algunas de esas reservas, y continuar. Los diversos lugares en cada zona que el agua encontró e inundó, bien por su cauce natural, bien por haberse vaciado unas ciertas cantidades, fueron impredecibles, con excepción del centro y alrededores cuyas zonas se llenan de agua con cuatro gotas (son la parte baja de Houston hacia donde fluyen las aguas antes de irse al mar).

El lunes por la mañana, tras de haberse drenado nuestra calle, vimos cómo el agua volvió, y esta vez comenzó de nuevo a subir. A eso de las 6, decidimos evacuar a casa de unos amigos a 15 minutos, quienes no tenían agua en la calle. Como explico después, el agua proveniente de la carretera de peaje detrás de nosotros, nos empezó a inundar el vecindario. El camión militar estaba evacuando los casos de emergencia primero, y tomando nota de quienes queríamos salir para volver después, pero un bote de voluntarios estaba evacuando a quienes querían, y decidimos mejor salir (ya habíamos subido todo lo posible arriba), y volver cuando el agua se hubiese ido a arreglar la casa de los daños. Pero el martes por la mañana, nuestros vecinos, quienes optaron por quedarse, nos dijeron que a las 9, (un poco después de irnos), el agua dejó de caer, y empezó a rescindir y a marcharse.

Volvimos a la casa el miércoles, y vuelta a bajar lo que habíamos subido. Pero ni que quejarnos, porque la mayoría las casas del barrio estaban sacando suelo y pared dañados.

Es debatible si tenemos suficientes capturas de agua. Mis amigos que llevan muchos años en Houston pero que antes también vivieron muchos años en Nueva Orleáns, piensan que necesitamos algo más que el típico laguito natural que nos colocan atrás de los vecindarios nuevos. Muchos se oponen al cemento y al hormigón, que son feos, pero si las paredes de nuestros riachuelos son naturales, -como el de detrás de mi vecindario-, el agua se desborda causando erosión. Ahora mismo todos los diques pequeños que vemos, están erosionados. Si cae un poco fuerte el agua, la tierra se colapsará, y muchas residencias verán agua entrar por falta de mantenimiento o mejora (con paredes de cemento).

Nuestras presas no estaban tan deterioradas como las de Nueva Orleáns, pero Harvey ha puesto en evidencia que tampoco se les estaba dando un mantenimento eficaz y continuo. Las constructoras por otro lado, o los condados y municipios, deberían tener previsto la construcción de nuevos receptores del agua cada vez que se construyen carreteras y residenciales. Mi vecindario nunca veía el acumulamiento del agua hasta que nos construyeron la carretera de peaje el año pasado. La tierra que ahora no absorbe el agua, nos la manda hacia mi zona, la cual no puede sufrir tantos metros cúbicos en tan corto tiempo, con lo que con Harvey entró en las casas en que entró en el 2016, pero más alta, y entró en muchas otras.

En fin. Estamos de vuelta más o menos a la normalidad. Aún con muchísimas personas en casas con una planta baja inservible, con obras, retrasos en recibir electrodomésticos y coches, dificultades aún en encontrar alojamiento. Y dirán, todo problemas del priimer mundo. Sí, pero aquí, tengas o no tengas casa, electricidad, o estés desplazado, todos tuvimos que volver al trabajo, a soportar horas y horas en un tráfico espantoso, y con el estrés de estar o viviendo esta situación, o ayudando a todos quienes están en ella. El papeleo es otra pesadilla para quienes han sufrido daños.

No vamos a competir a ver quién sufre más, ni tampoco vamos a quejarnos, porque somos conscientes de que hay lugares donde no tenían nada, y lo poco que tenían lo han perdido todo por completo. Houston y Tejas son lugares de gente amable y generosa. No cambio esto por nada. Vivir aquí es como vivir en cualquier otro lugar. ¿Dónde está uno seguro de desastres naturales o atentados humanos? Sólo puedo decir que mi corazón está con todos aquellos sufriendo esta temporada de huracanes y tormentas que están viviendo en Puerto Rico, Cuba, Florida, y los fuegos del centro y del este de los EE.UU.

Pronto vuelvo a contaros algo sobre nuestro homeschooling. De momento me despido, no sin antes deciros que en tiempos de dificultad lo único que nos mantiene es nuestra fe. La verdad es que estamos cansados, haya sido esto mucho o nada en comparación con lo que otros han sufrido o están sufriendo, no lo sé, pero que estamos todos agotados, es algo que comentamos y que vemos en nuestros rostros. Pero todos nosotros que creemos en Dios y vivimos por y para Él, sabemos que nuestras vidas están en sus manos. Que Él nos cuida y nos consuela, y que nada de lo que nos pase en este mundo nos puede impedir recibir sus promesas.

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